Escena de la Película Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock |
Escribir misterio o terror es una elección. El escritor de este género simplemente toma la decisión de enfilar la expresión de su arte hacia un camino que muchos evitan. Por eso no es una elección fácil. Y es una libre escogencia, nadie nos obliga, ni nada nos empuja, escogemos éste, aunque quizás otros géneros sean más comerciales, y menos perseguidos por los mojigatos y "angelicales" que llegan casi a tildarnos de "diabólicos" y otros apelativos. A pesar de todo, hemos decidido caminar por el sendero del miedo, de las manos sudadas, de las fuertes emociones, las intrigas, hemos encontrado el arte y la belleza en el dolor, las sepulturas, los gemidos, los espectros, los seres del más allá y la muerte. Nos sentamos a transmitir lo que captamos de los sucesos cotidianos a nuestro alrededor y los plasmamos como nuestra sobreestimulada imaginación los concibe, es decir: extraordinarios, sobrenaturales, extrasensoriales y si cabe decirlo: fantasmales. No es sencillo vivir con un escritor de misterio, los del verdadero mérito son quienes comparten su espacio y su vida con uno de ellos. En el caso de mis hijos, tienen una madre en la que han encontrado una especie de simbiosis de Blanca Nieves (porque cuando pequeños les cantaba melodías infantiles todo el día) y de Buffy La Caza Vampiros. Y mi noble marido que ha debido compartir todo tipo de aficiones extrañas como visitar casonas antiguas, cementerios y ver películas de suspenso y terror, para después tener que salir a la cocina en busca de un vaso con agua, porque al terminar de verlas ¡ Oh sorpresa! la más asustada siempre soy yo. Asustar y asustarse tiene también su encanto, por eso hoy después de que han pasado tantos años de aquella mañana en la que tuve que exponer delante de mis profesoras, las razones por las que escribía relatos de miedo, volvería a decir lo mismo: "Porque es muy emocionante"!
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